China advirtió que responderá con dureza a cualquier país que, para ganar exenciones de los aranceles de Estados Unidos, limite su comercio con China. La medida llega tras informaciones de que la administración Trump habría instado a aliados como Japón, Corea del Sur, India, Reino Unido y la Unión Europea a imponer barreras al intercambio con Pekín a cambio de alivios en los gravámenes.
Desde enero, Washington aplica un arancel general del 10% a importaciones de decenas de naciones y ha elevado hasta el 145% los impuestos a productos chinos, provocando caídas en las bolsas y temores de nuevas tensiones. A comienzos de abril, el presidente Donald Trump concedió una moratoria de 90 días a todos los socios salvo China, mientras entablaba negociaciones bilaterales con Tokio, Seúl y Delhi. “El apaciguamiento no traerá la paz, ni la transigencia ganará respeto”, declaró el portavoz del Ministerio de Comercio chino, advirtiendo además que Pekín “tomará contramedidas con resolución” si terceros sacrifican sus intereses. Un editorial del China Daily urgió a la Unión Europea a no ceder a las presiones de Washington, al considerar que plegarse a EE.UU., socavaría la estabilidad del comercio mundial.
Para contrarrestar la ofensiva, China reforzó su diplomacia económica: el presidente Xi Jinping viajó esta semana a Vietnam y Malasia y recibió al presidente español en Pekín, defendiendo el libre comercio y criticando el unilateralismo estadounidense como “abuso arancelario”. Medios estatales también destacaron las palabras del ministro británico de Hacienda, quien calificó de “insensato” romper vínculos con China, mientras un portavoz coreano desmintió que exista un pacto conjunto en defensa de Pekín.
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Paralelamente, Beijing endureció medidas: impuso un arancel del 125 % a alimentos canadienses en respuesta a acciones de Ottawa y amenazó a cualquier otro país que socave sus intereses. Muchas compañías chinas instalaron fábricas en Vietnam y México para evadir el sello “Hecho en China” y asegurar su acceso al mercado estadounidense. Desde Washington, advierten que prácticas de transbordo pueden considerarse evasión aduanera. Expertos como Bert Hofman, exfuncionario del Banco Mundial, subrayan que la imprevisibilidad de la política de Trump encarece cualquier pacto contra China, pero la alta dependencia de Pekín del mercado de EE UU. y la reorientación de economías como la vietnamita —centrada en atraer inversión extranjera— obligan a varios países a equilibrar cuidadosamente sus alianzas entre ambas potencias.
En conjunto, esta guerra arancelaria no solo enfría el libre comercio, sino que refuerza el proteccionismo y fuerza a naciones terceras a elegir bando o asumir represalias económicas, con consecuencias muy graves para la estabilidad global.
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